Durante al menos 10.000 años, las saunas han formado parte de la sociedad, especialmente en los países nórdicos como Finlandia, donde ocupan un lugar arraigado en la cultura. No obstante, esta práctica se ha extendido al resto del mundo, ganando relevancia con el aumento de las tendencias sobre bienestar físico y mental.
El periodista británico Leigh Singer del diario The Guardian afirma en su artículo que la sauna fue su salvación durante momentos difíciles que lo habían dejado en estado de estrés crónico. Tras enfrentar la muerte de un familiar y un amigo, sumado a la incertidumbre sobre su carrera y la angustia por un mundo que parece dirigirse hacia la autodestrucción, Singer probó varios métodos para relajarse como meditación, yoga y terapia sin resultados.

Fue al descubrir las saunas comunitarias de su localidad cuando experimentó un cambio real. Relató que desde su primera visita lo invadió una sensación de paz y de estar en un santuario, lo que le ayudó a liberar tristezas y angustias reprimidas. Ahora la sauna forma parte regular de su rutina, aportándole relajación y energía.

La experiencia de Singer no es aislada. Estudios sobre el uso frecuente de la sauna revelan su poder relajante sobre el cuerpo, ayudando a reducir los niveles de estrés y mejorar la calidad del sueño.
Además, puede proporcionar alivio temporal a dolores crónicos, beneficiar la salud cardiovascular, favorecer las vías respiratorias al humedecerlas y reducir su inflamación, además de fortalecer el sistema inmunitario.
Se estima que la sauna se originó en Finlandia y Turquía, donde se utilizaba principalmente para relajación, mejorar la circulación y propiciar la sudoración.

